❝La vida es vida, pelea por ella.❞
— Madre Teresa de Calcuta
Hace unos días tomaba café con una amiga experta en Ho’oponopono, y a la que yo considero muy sabia, siempre me dice verdades que necesito escuchar en el momento oportuno, y me las dice sin siquiera yo contarle nada de lo que me haya sucedido.
El secreto de ella, según, me contó después, es dar gracias en silencio mientras la otra persona está conversando, de esa forma llegan a ella las palabras exactas y precisas que su interlocutora requiere escuchar.
Y fue así que me recomendó dos buenas películas, una de ellas es un clásico que generalmente la pasan por la tele en temporada de Navidad y que se llama “Qué bello es vivir” (It’s a wonderful life). Y la otra lleva por título “Las cinco personas que conoces en el cielo” (lamentablemente Youtube ha borrado el acceso para ver ambas películas completas).
Las dos tratan sobre el significado último de la vida, que todo y todos estamos ciertamente “amarrados” por esas energías invisibles que le dan sentido (y protagonismo) a nuestras vidas y que mientras pensamos que deberíamos estar viviendo otro tipo de existencia mucho mejor, en realidad estamos en el momento exacto y oportuno, ni aquí ni allá, ni antes ni después. Todo es perfecto, todo es parte de un engranaje al que no tenemos acceso con nuestra mentalidad 3D. Al más puro estilo comercial de Sprite: “las cosas son como son”. Y aunque no lo creamos, desde donde estamos ya estamos cumpliendo nuestra misión, relájate si crees que aún no la has encontrado, como dice Richard Bach, autor de Juan Salvador Gaviota “Aquí está la prueba para saber si tu misión en la Tierra ha concluido: si estás vivo, entonces no lo está”.
Y creo de allí la importancia de la gratitud, pues aunque las cosas (las circunstancias, las personas con las que nos relacionamos, la vida misma) no nos estén funcionando en apariencia, igual dar las gracias es una actitud necesaria pues no sabemos que sea sólo un paso previo para algo maravilloso. O por el contrario, también representa una manera de aprender el desapego pues si todo nos va aparentemente excelente sabremos que no será para siempre. La vida es cambio continuo.
Y como todo está lleno de sincronías, te dejo con este cuento budista que me llegó a mi correo al día siguiente de mi conversación con mi amiga y que justo parece calzar apropiadamente con las enseñanzas de las películas mencionadas:
«Un día unos monjes budistas discutían en medio de un camino, y como no se ponían de acuerdo fueron hablar con un sabio lama. Al llegar al monasterio los dos monjes, se dirigieron corriendo en busca del sabio, estaba en sus aposentos sentado y meditando.
Así que los monjes esperaron a que terminara el maestro lama de meditar. Al cabo de una hora el maestro salió de sus aposentos.
Los monjes estaban sentados hacia que se pusieron en pie y le pidieron al maestro lama que meditara en su discusión y dictaminara quién tenía razón. El maestro sonrió e invitó a los monjes a tomar un té. Después de un rato de silencio, mientras tomaba el té, el maestro preguntó cuál era su discusión.
– Bien… -dijo un monje- primero hablaré yo y luego él y después el maestro nos dirá quién tiene razón…
-De acuerdo, asentó el maestro con la cabeza.
El primer monje empezó hablar y dijo: “Esta mañana me levanté temprano para ir al pueblo por unas medicinas, cuando me paré un rato bajo un árbol a descansar, me sequé el sudor de la frente y miré hacia arriba y vi una mariposa enredada en una telaraña, así que decidí liberarla. Como no alcanzaba la telaraña me subí encima de unas tinajas que había debajo del árbol con tan mala suerte que cuando la mariposa hecho a volar las tinajas se rompieron porque resbalé al bajarme de ellas.
De pronto escuché una voz recriminando mi acción, era mi amigo el monje del agua, el que estaba sentado a su lado. Yo sólo he liberado una mariposa de una telaraña y pienso que no he hecho nada malo, con eso he terminado”, dijo el primer monje…
“Bien…-dijo el maestro- puedes hablar tú”- dirigiéndose al segundo monje.
“Pues iba yo también muy temprano por agua al pozo que está al lado del árbol. El agua del pozo estaba muy profunda y después de llenar dos tinajas de agua me senté un rato a descansar bajo el árbol y me quedé un poco dormido. Me desperté porque mi amigo, el primer monje, al liberar a la mariposa rompió mis tinajas de agua con el esfuerzo que cuesta llenarlas. Ahora tendría que ir al monasterio, coger dos tinajas y llenarlas de nuevo y yo creo que es más importante el agua que yo llevo al monasterio que una simple mariposa, he terminado…” -dijo el segundo monje-
“Bien…” -dijo el maestro. Después de un gran silencio, el maestro dijo: “no estoy de acuerdo contigo segundo monje, con eso que el agua es más importante que una mariposa. Todo en la vida animal, planta, hombre, piedra, etc. tiene su importancia en el universo. Tampoco estoy de acuerdo contigo primer monje, pues todos tenemos un sincrodestino o ciclo de vida y tú al liberar la mariposa interviniste en su destino. Ahora os contaré algo antes de hablar con ustedes. Hablé con el maestro de la cocina, me dijo que el segundo monje no había traído el agua pero estaba contento, ¿por qué, le pregunté yo? Entonces me dijo que alguien había tirado veneno dentro del pozo y si hubiera traído el agua ahora estarían todos envenenados. También me contó que el primer monje tampoco había traído sus medicinas pero que también estaba contento, pues el farmacéutico las había preparado con el agua del pozo envenenada y si hubiera ido el primer monje por las medicinas, ahora el monje de la cocina estaría muerto. Así que os diré que ninguno tiene razón. Pero el primer monje al romper las tinajas salvó muchas vidas y el segundo al discutir con él, hizo que el primer monje no comprara las medicinas del monje de la cocina. Así que el segundo monje salvó la vida al monje de la cocina…”.
Todo en la vida tiene significado (si uno lo quiere encontrar), ya sea para bien o para mal, así que los dos monjes se pidieron perdón y se alegraron de todo lo que había pasado, pues ese día que parecía un mal día, al final fue alegrías, por el bien que sin saberlo habían hecho los dos.»
Espero que te haya gustado.
Seamos felices y conscientes, aquí y ahora.