Tal como lo prometí, ahora me toca dar a conocer un poquito sobre la extensa Obra de la distinguida Maestra, Helena Petrovna Blavatsky. Pero en el sentido bibliográfico, pues sabemos que no sólo a escribir libros se limitó su gran obra.
Ella, como habíamos adelantado en su biografía, fue corresponsal de guerra para importantes diarios, y no sólo eso, también fue una activa colaboradora de revistas y semanarios.
Gustaba escribir sobre pueblos que se perdían en la bruma del tiempo. Pero lo más significativo fueron sus libros. Aquí algunos de ellos, los más importantes:
Este tratado consta de tres partes: “La Voz del Silencio“, “Los Dos Senderos” y “Los Siete Portales“. También conocido como el “Libro de los Preceptos de Oro”; este fue una traducción que hizo Blavatsky y pertenece a la misma serie de los misteriosos “Libros de Dzyan” tibetanos. Ella refiere que el libro original, escrito en ideogramas y con una antigüedad de más de 2500 años, si no son más, estaba grabado en cuadrados hechos en chapa de oro y las copias grabadas en discos de oro. Estos se leían en el dialecto “Lug”, basado en números y colores. Estos criptogramas convergían en un alfabeto de 7 colores, 60 letras sagradas y doce signos astrológicos. La Maestra dice haber visto 90 placas de oro originales y logró conservar en la memoria 39, tuvo que hacerlo pues los monjes tibetanos no otorgaron permiso para copiarlos.
A su recopilación la denominó “La Voz del Silencio”, por su aproximación a la palabra en sánscrito “Nâdâ” que quiere decir “La Voz Insonora” o “Voz Espiritual”, que correspondía a un vocablo muchísimo más antiguo, perteneciente al “Senzar”, un lenguaje primordial y secreto de los antiguos iniciados del Tíbet, equivalente al “Pir-Ammón” o P’il-Amión” de los sacerdotes del antiguo Egipto. Sus últimas palabras son “Bendiciones a todo cuanto vive”, traducidas también como “Paz a todos los Seres”.
Esta obra fue escrita cuando Helena contaba a la sazón unos 50 años, es uno de sus más importantes libros. Fue escrito en una época donde imperaba el Positivismo Materialista, por lo cual, ella se adelantó a sus detractores y críticos en su prólogo. Quizás por este ambiente contrario a todo lo que era metafísico, la Blavatsky mezcló estudios eruditos y científicos con relatos y crónicas de viajes. El libro está plagado de notas al pie de página sobre diversos temas y revelando amplias fuentes de consulta evidenciando una completa y exhaustiva investigación que había adquirido durante viajes astrales, pues era materialmente imposible colocar y recopilar tanta información –en ese tiempo- por una sola persona, máxime si esas citas provenían de libros prohibidos, como aquellos sacados de los Archivos Vaticanos Secretos, por ejemplo.
Fue su máxima obra, basada igualmente en el “Libro de Dzyan”. Trata sobre el simbolismo de las antiguas religiones mistéricas, las que enseñaban una Sabiduría atemporal y sobre los “Círculos Secretos” a través de las diferente épocas de la historia humana, con sus respectivos Avatares y Maestros. Aquí también hace referencia de todas las “Humanidades” que han poblado el planeta y cómo la actual pasó su etapa animal en lo que ahora es la Luna, afirmando, por ende, que es más antigua que la Tierra y confirmada hace poco más de 45 años durante el viaje a la Luna cuando trajeron los astronautas algunas piedras lunares, con su análisis respectivo. Cuenta, de igual forma que para que pasáramos a nuestra forma actual, como seres humanos, intervinieron unos seres provenientes de Venus. Explica todo el proceso cósmico como ideación (génesis y proceso en la formación de las ideas) de la Mente Divina, la inmortalidad del Alma que reencarna periódicamente y la liberación de la moral mecánica a través de la “Recta Acción”.
Este, como vemos, es un libro imprescindible para todo aquel que busca conocer la Verdad y responder las eternas preguntas de “¿Quién soy?” y “¿Hacia dónde voy”? y “¿Cuál es el sentido de mi vida?”. Y además no lo hace en forma doctrinaria o dogmática, sino invita al lector a que él o ella investiguen por sí mismos la veracidad de todo esto, tal como debe ser, pues en última instancia, como bien sabemos, la Verdad está dentro de nosotros, sólo debemos atrevernos a buscarla y reconocerla.
Fue como un anexo de la “Doctrina Secreta”, fue una obra póstuma e inconclusa, y se extrajeron vocablos de unas 30 lenguas entre Occidentales y Orientales, y sobre todo de tiempos arcaicos.
En esta obra Madame Blavastki muestra arrepentimiento por haber divulgado las sagradas enseñanzas, pues algunos ya afirmaban estar en contacto con Maestros más elevados que los teosóficos, arrogándose crédito que no les correspondía ni habían experimentado por sí mismos la verdadera esencia de las enseñanzas.
Bien, próximamente hablaremos sobre la otra parte de su Obra, la Sociedad Teosófica. Hasta entonces.